Pero seré yo, siempre yo, mientras tú te quedas del otro lado, imaginando aventuras que deseas para tí. Aquí, en medio de la nada, te digo que lo que voy a hacer no será por tu ruego, o porque lleves el lapiz sobre estas hojas, las que camino. No estoy aquí por tí, ni para tí. Resulta que tú me encontraste cambiando los canales de tus locuras y quedas te encantas creyendo que es tu voluntad la que guia mis pasos. Grábate esto, escribiente: Lo que haré, lo haré por mí.
Más aún: puedo hacerlo solo, pero no quiero. No busco tu apoyo, no te preocupes: esta historia seguirá sin tí.
Si crees que hay rabia en mis palabras, te desengaño: hay compasión. Sígueme si quieres, bajo tu propio riesgo. Es tiempo de volver a las páginas, y a la batalla.
Vagando entre árboles viejos, en lo profundo del parque, acepto que no sé que hacer con las memorias que me siguen a pocos pasos de distancia. Si abro los ojos es para mirar al sol, que inunda mi cabeza, dejandoles sin espacio para entrar; a pesar de las ventanas abiertas. Vengan. Vamos a bailar.