Alivio

En este lugar

Las tardes son silenciosas. Se puede arrastrar una silla a la entrada y esperar el descenso del sol en el horizonte. Acoger a la obscuridad con una pequeña fogata y esperar a que las bestias, atraidas por el aroma del alimento se congreguen alrededor. La leña seca no se deja avasallar por el viento y resiste lo suficiente para alimentar el fuego al centro de la reunión. La familiar batalla entre la vida y el frio se lleva a cabo diariamente, sin tomar prisioneros. Las madrugadas por el contrario, son inundadas por un silbido agudo y constante, inaudible para aquellos que no han vivido lo suficiente (o quizas, solo audible para quienes hayan vivido demasiado). En este lugar, no es común sobrevivir más de una estación. Para qué vivir más? preguntan los mas jovenes, dejando imperceptiblemente que el cinismo de los viejos se transmute en conclusión lógica hacia los imberbes. En este lugar es un poco mas dificil alcanzarte cada mes. Los vehiculos ya no andan y debo levantarme antes de que salga el sol para caminar las horas que me separan de ti. Paso lista a todo lo necesario, esperando alguna vez olvidar el corazón y decir huy, voy un rato a recogerlo, asi desandar el camino, regresar a casa sin llegar a verte y acostarme en la cama a dejarme morir nuevamente. El rencor no es algo nuevo en esta tragedia. Lo insensato seria tratar de negar la existencia de todos estos sentimientos en este corazón que trato de perder en algun lugar.

Recojo la piedra y me repito la pregunta: para qué vivir más? juego con ella entre mis dedos, que toman nota del desgaste de su superficie. Termino devolviendola a su lugar dentro de mi pecho y suspiro al reiniciar el camino andado.

En este dia

Las bestezuelas que se acogen cada noche al calor del fuego descubrieron los rastros de mis pisadas, que los llevaron a la puerta abierta de mi casa. Se acercaron cautelosamente a olisquear la silla desde la que suelo observar el atardecer. Curiosas, se internan en la unica habitacion que es dormitorio, cocina y comedor; guiados por sus punti y agudas narices. Para ser criaturas tan curiosas, me sorprendió la rapidez con la que pasaron de rebuscar los muebles y objetos a buscar aromas en los alrededores. Me ofendió un poco que no encontraran nada digno de su atención. Me ofendió otro poco que un par de ellas hicieran ademán de excavar para tratar de cubrir de tierra algún cuerpo en descomposición. No hubo mayor novedad pero ne recordó la importancia de no bajar la guardia y de borrar los rastros de mi paso por este mundo.

Evidencia

Quizás en realidad si estuvieran tratando de hacer lo sanitario: enterrar un cadaver que, hipócrita, se mofa de su simpleza, pero al que ni siquiera se le ha ocurrido caer en la cuenta de su (ya no tan novedosa) condición. Suspiro un pecho inerte que duerme a la espera de la siguiente puesta de sol.